Centro Cívico. El Silencio y el Pliegue.


El Centro Cívico Benicalap ha sido proyectado como un lugar para el aprendizaje y el entretenimiento, un espacio concebido con el fin de mantener viva la parte artistica del barrio y la ciudad. Situado en una trama urbana consolidada y con proyectos creados para el ciudadano, el proyecto se origina a partir de un patrón geométrico formado por las curvas de una falda del traje tradicional valenciano.

Interpretar en términos arquitectónicos la obra de los diseñadores de los trajes significa encontrar un equilibrio entre la intimidad de sus composiciones y la poderosa belleza del traje.

Las curvas del traje tradicional valenciano se trasladan al proyecto, de manera que crean las variaciones de tamaño y posición que a lo largo de su perímetro generan secuencias espaciales que configuran las diferentes áreas del programa.

En el exterior, un único elemento protagoniza la propuesta arquitectónica: una gran plaza concebida como una plataforma curva para adaptarse a las diferentes alturas que requiere el edificio para su recorrido interior. Este paisaje de curvas revestido de precisos paneles de hormigón sugiere un diálogo entre la racionalidad de su ordenación geométrica y las formas orgánicas del traje valenciano.

Las fachadas son tratadas como un filtro definido por series de texturas del hormigón blanco en la parte inferior y hormigón plegado en la parte superior, una interpretación arquitectónica libre del patrón creando densidad en la disposición de los pliegues permite alternar áreas de más curvas donde se busca intencionalidad y zonas de menor plegado donde se requiere calma.

Una cubierta de observación, que se conecta directamente con el corazón del edificio mediante el patio, se eleva justo por encima de los árboles permitiendo las vistas hacia la ciudad.

El espacio interior está estructurado en torno a dos muros longitudinales curvos que separan las áreas pública y privada del edificio. El vestíbulo se extiende a lo largo de una amplia zona que puede ser utilizada para exposiciones y está conectada a los talleres, el gimnasio y la cafetería, en directa relación visual con el paisaje de la ciudad.

La radical decisión de crear un espacio curvo genera un diálogo inesperado entre la via publica, la plaza y su entorno, siendo está un concepto que pretende crear inspiración y un silencio oculto en el interior.

Después de todo, son las curvas y los silencios de los propios artistas de la ciudad fallera a los que el edificio representa. «El arte y la cultura de Valencia de una forma sinuosa y atractiva para quien lo visite».